Hoy es común el hecho de que cuando se crea una reflexión de la ciudad se relacione con la estética, la sensibilidad, la apreciación, la sensación y el azar. Abordar la ciudad es un tema complejo, gracias a sus muchas formas, construcciones, y estructuras. De esta misma manera se abordará este texto. Existe atracción hacia la estética de la ciudad, un ciudadano que sea sensible, curioso, esteta encontrará sitios en ella antes desconocidos, intervendrá la ciudad por su trayectoria de la ciudad real y la ideal. La ciudad genera reflexión, edificación de sensibilidad y un proyecto de realización real. Para que esto se cometa el ciudadano debe apropiarse, inventar y ser el constructor de la ciudad.
Según Roland Barthes toda ciudad es una estructura que no hay que intentar tratar o llenar. Existe una propensión de mirar la ciudad como estructura, desde la forma estética a partir de la cual se logra una intervención en ella. Esto es posible cuando el ciudadano observa y reflexiona ya que es el ciudadano el que crea su ciudad.
La relación entre construir ciudad y formar ciudadanos es directa. Para que la intervención en la ciudad tenga sentido, el ciudadano debe tener el saber y las herramientas para intervenirla; de lo contrario, no sería trascendental. Para el ciudadano habitar una ciudad surge de la necesidad de poseerla en lo estético y en todos sus intersticios. La ciudad ideal y real es la cual con que solo ser mirada es poseída. Mirada que produce intervenciones. En ese orden de ideas, el ciudadano es el sujeto y la ciudad el objeto. Intervención que es trascendental en la construcción de la ciudad, el ciudadano que la necesita y, por eso, no sólo la mira sino que se apropia de ella para transformarla. Cuando se transforma la ciudad también se trasforma el ciudadano y no tan sólo esto de una forma razonable sino empírica, llena de relaciones e instintos.
La ciudad ideal y la real se encuentran en una intima relación. La ciudad que excede nuestro territorio es imposible de abordar y abarcar. Pero esa ciudad también puede ser nuestra por el poder de la mirada y la invención. El ciudadano cree que no tiene forma de intervenir la ciudad ya que la ciudad lo excede en su tamaño y es difícil provocar un suceso que la afecte. La última herramienta la invención. Tenemos la ciudad real y la ideal, queda la tarea de encontrar el hilo conductor que las una.
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